Paragüa en la ciudad, sin lluvia, asoleado, casi-casi abochornado,
comedia sin fines intelectuales, ni humorísticos, ni satánicos, tal vez
un poco dialectico. Se deja abrazar en la cuidad por brazos
monstruosamente smogcilizados, para parir un ser indestructible y
sumamente hostil, en la fragilidad de las bestias de Santiago centro del
año 1748
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